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Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando tenemos una inmovilización

Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando tenemos una inmovilización

Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando tenemos una inmovilización

Cuando el cuerpo experimenta una inmovilización, se producen diversos cambios fisiológicos debido a la falta de estímulos mecánicos y nos preguntamos Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando tenemos una inmovilización. El objetivo principal de la inmovilización es proteger la zona afectada y evitar que una lesión empeore, pero esto también puede generar adaptaciones negativas en los tejidos.

El cuerpo humano responde a la falta de movimiento a través de la mecanotransducción y la homeostasis. Esto significa que, si un tejido no recibe estímulos mecánicos (como la carga o el movimiento), se adapta reduciendo su función y estructura. Un ejemplo claro de esto se observa en los astronautas: al estar en microgravedad, sus músculos y huesos no tienen que soportar el peso del cuerpo, lo que provoca una pérdida acelerada de masa muscular y ósea.

De manera similar, cuando una persona permanece inmovilizada por mucho tiempo, se pueden presentar los siguientes efectos:

  • Pérdida de masa muscular y fuerza: Los músculos se debilitan al no usarse, lo que reduce la capacidad de moverse y realizar actividades diarias.

  • Disminución de la densidad ósea: Los huesos pierden minerales y se vuelven más frágiles, aumentando el riesgo de fracturas.

  • Rigidez y desgaste articular: La falta de movimiento reduce el grosor del cartílago de las articulaciones, lo que puede generar dolor y dificultad para moverse.

  • Menor capacidad respiratoria y cardiovascular (VO₂ máx): La inactividad reduce la capacidad del cuerpo para absorber oxígeno y mantener el corazón y los pulmones en buen estado.

  • Problemas de circulación sanguínea: La sangre fluye más lento, lo que puede causar hinchazón en las piernas y aumentar el riesgo de coágulos.

  • Deterioro de la función cognitiva: La falta de actividad física puede afectar la memoria, la concentración y el estado de alerta.

  • Impacto en el estado de ánimo: La inmovilización prolongada puede generar ansiedad, depresión y estrés, afectando el bienestar emocional.

  • Mayor riesgo de enfermedades metabólicas: La falta de movimiento puede contribuir al aumento de peso, resistencia a la insulina y problemas cardiovasculares.

¿Qué debo de hacer si tengo una inmovilización?

Si tienes una inmovilización debido a una lesión, puedes comenzar la rehabilitación desde el primer momento para evitar problemas y acelerar la recuperación. Algunas estrategias útiles incluyen:

  • Observar movimientos: Mirar a otras personas realizando acciones o movimientos similares a los que necesitas recuperar ayuda a tu cerebro a mantenerse activo y mejorar la coordinación cuando puedas volver a moverte.

  • Imaginar los movimientos (imaginería motora): Aunque no puedas mover la parte afectada, imaginar que realizas el movimiento activa las mismas áreas del cerebro y favorece la recuperación de habilidades motoras.

  • Terapia con espejo: Si tienes una extremidad inmovilizada, usar un espejo para reflejar el movimiento del lado sano ayuda a engañar al cerebro, favoreciendo la recuperación y reduciendo el dolor.

  • Ejercicio con restricción de flujo sanguíneo (BFR): Es una técnica que consiste en colocar una banda o manguito en el brazo o la pierna para reducir un poco el flujo de sangre mientras se hacen ejercicios suaves. Esto hace que los músculos trabajen más con menos esfuerzo, ayudando a mantener la fuerza y evitar la pérdida muscular sin sobrecargar las articulaciones. Es una opción útil durante la recuperación o cuando no se pueden hacer ejercicios pesados.

  • Entrenamiento del lado opuesto (educación cruzada): Al ejercitar el lado sano del cuerpo, el cerebro también estimula la recuperación del lado afectado, ayudando a mantener la fuerza y la función.

Aunque tengas una inmovilización, hay muchas formas de estimular tu cuerpo y cerebro para facilitar la recuperación. Siguiendo las indicaciones de un fisioterapeuta y bajo supervisión médica, se puede lograr una recuperación más rápida y segura, evitando la pérdida de fuerza, movilidad y funcionalidad. Mantenerse activo dentro de lo posible ayudará a reducir los efectos negativos de la inmovilización y mejorar la calidad de vida durante el proceso de rehabilitación.

¿Cómo es el futuro de las inmovilizaciones?

Gracias a los avances tecnológicos, las inmovilizaciones han evolucionado, dejando atrás el yeso tradicional y dando paso a férulas impresas en 3D. Estas férulas ofrecen múltiples beneficios en comparación con el yeso:

  • Son más ligeras, lo que las hace más cómodas de llevar.

  • Resisten el agua, permitiendo mayor higiene y comodidad.

  • Brindan más libertad de movimiento en las articulaciones que no necesitan inmovilización.

  • Se pueden quitar y poner, facilitando una rehabilitación más temprana.

  • Aumentan la sensación de seguridad, ya que se ajustan mejor al cuerpo.

Un ejemplo de estas mejoras que está más popularizado en la actualidad es la cam walker, una bota ortopédica especial diseñada para protegernos en caso de lesiones en la pierna como fracturas de tobillo.

Hoy se sabe que mantener una inmovilización durante más tiempo del necesario no mejora la recuperación y como hemos mencionado anteriormente aumenta el riesgo de tener efectos negativos. Por ello, la tendencia en la medicina es usar inmovilizaciones más funcionales y flexibles, que permitan iniciar la rehabilitación lo antes posible para acelerar la recuperación y evitar complicaciones.

El futuro de las inmovilizaciones apunta a mayor comodidad, personalización y recuperación más rápida, beneficiando a quienes necesitan este tipo de tratamiento.